viernes, 28 de septiembre de 2007

Míchel Royo rescata el tiempo más heroico del grupo musical

Noticia publicada el día 28/09/2007 en El Periódico de Aragón


El escritor presentó ayer en Zaragoza, junto a Javier Clos, su libro ´Antes de ser Héroes´

ROBERTO MIRANDA. Zaragoza.- En los primeros 80 sólo había un Bunbury en el listín de teléfonos de Zaragoza. Pertenecía a un militar de la base americana de ascendencia irlandesa, cuya hija estudiaba en Marianistas junto a un chaval que se llamaba Quique y que le pidió prestado el apellido. Aquel chico tenía claro desde los 13 años qué iba a ser de mayor. De momento, ya contaba con el nombre de un personaje de Oscar Wilde. Y a los pocos meses, el teléfono de aquel militar americano ya echaba humo por tanta gente que preguntaba por un tal Quique. Mientras tanto, en la casa de los Valdivia una voz respondía por el automático: Aquí ya no vive Juan. Habían nacido Héroes del Silencio en una Zaragoza llena de locales de música en directo que hoy aún se nos antoja increíble.

El escritor y periodista Míchel Royo arranca con esas notas telefónicas su libro Antes de ser Héroes, sobre la prehistoria del grupo, editado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, que fue presentado ayer en la sala de Ámbito Cultural de El Corte Inglés. El libro cuenta con más de 300 fotografías, (muchas de ellas inéditas, de Javier Clos) y por él desfilan un millar de nombres. En un momento de reagrupación efímera del grupo, para una gira que pasará por las fiestas del Pilar (10 y 12 de octubre), este libro "aspira a reencontrarnos con un momento en el que la ciudad tuvo una riqueza y actividad musical notables", como explicó en la presentación el director de este diario, Jaime Armengol.

El libro de Míchel Royo es una caja de sorpresas. El autor se ha acercado cautelosamente a los familiares y amigos que siguieron desde muy cerca el comienzo de aquellos Héroes, por lo que ahora afirma que "lo ha escrito mucha gente en realidad".

A finales del año 1984 eran Juan Valdivia, Pedro, su hermano que tocaba la batería y dio paso a Pedro Andreu para poder terminar Medicina, y Joaquín Cardiel, con Enrique Bunbury. "Tocaban en un local de Capitán Pina y tenían muchísimos problemas en casa mientras trataban de abrirse camino, trabajando en un régimen espartano".

Una vez en órbita aquellos chicos dirían: "Que nos vean creídos o no, es problema de cada uno. Nosotros seguimos teniendo los mismos amigos, yendo a los mismos lugares y frecuentando los mismos garitos ¿No será que los demás han cambiado frente a nosotros?", una frase que recoge el libro.

Javier Clos es testigo de que nunca dejaron de acudir a su bar, donde él les hacía fotos "por placer" y a donde llamaban para localizarles. Esas fotos de pandilla, tras cada concierto, están en el libro. Y Clos se ganó la confianza del grupo para ir a cualquier parte y fotografiarles ya sobre los grandes escenarios. Todo el libro es de una cercanía increíble.

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